Ha estallado el Reino Unido, y tienen razón los grandes medios cuando afirman que no se debe a los recortes sociales perpetrados por Cameron, esos recortes están destinados a empobrecer a la clase media. A los jóvenes que han hecho arder las calles británicas poco les importa la triplicación del precio de las tasas universitarias: ni si quiera sueñan con ir a la universidad algún día, están descartados de ese privilegio de clase y lo saben, quizá de ahí su ira descontrolada.
Se encuentran tan abajo en la pirámide social que los nuevos recortes ni si quiera les afectan, sus vidas son un recorte en sí mismo y cuando estás en el fondo, más no se puede caer. Sólo son POBRES, de los que no tienen nada que perder, ni un piso, ni un trabajo, ni un coche... sólo sus cadenas que diría aquel loco alemán. El estado del bienestar os ha explotado en la cara y todavía os estáis lamiendo las heridas, con la flor en una mano y el cartel de todos los caminos conducen a Islandia en la otra, olvidando que claro, Islandia es un país con menos habitantes que la ciudad de Murcia, sin apenas población migrante ni conflictos raciales, que carece de un ejército en el que descanse la unidad de la patria en última instancia y sin una legislación fascista heredada de un régimen totalitario, todo ello sin contar con la posición geográfica. Pero ese es otro debate que por lo visto habrá que abordar en otra ocasión puesto que el sentido común no es tan común como pudiera parecer en primera instancia. Y sin pobres.
POBRES, concepto olvidado entre tanta elucubración teórica de neo marxista trasnochado… que si precariado intelectual, que si clases subalternas… A los jóvenes británicos de la revuelta no les importa en absoluto la ley Sinde, Anonymous o si la ley electoral es justa y proporcional, muchos ni si quiera tienen edad para ejercer el voto y los que pueden ejercer ese sagrado derecho no se plantean ni en sus borracheras más sonadas que mediante las urnas su vida pueda mejorar tibiamente. Tampoco escribirán eslóganes ingeniosos ni regalarán flores a la policía después de ser apaleados, no estudiarán periodismo, historia o comunicación audiovisual. No pedirán la dación de la hipoteca porque no se les pasa por la cabeza tener una casa en propiedad o pedir un préstamo al banco, son cosas que escapan a su realidad. Y ni por asomo han recibido jamás clases de yoga o de batucada: eso hay que pagarlo y bastante tienen con sobrevivir un día más y otro.
P O B R E S, con mayúsculas ¿o pensabais que habían desaparecido? ¿Qué ahora sólo había jóvenes con tres carreras y tres idiomas en el paro o trabajando de camarero? Eso ha querido vender el 15-M a coro y en connivencia con los medios de incomunicación masiva. Los jóvenes británicos no son la generación mejor preparada de la historia, no tienen ni medio máster y no se tintan el pelo y escuchan a Manu Chao, tampoco hacen malabares. Son los de siempre: los que fabrican televisores de plasma pero jamás podrán comprar uno, los que pisan el suelo de la universidad pero sólo para fregarlo, los que entran en un restaurante únicamente para fregar los platos.
Y mientras esto sucede la ciudadanía cívica, la burguesía o como ustedes tengan a bien llamar a la gente que puede pagar un televisor de plasma pero no lo fabrica, alzando sus escobas y apoyando a las fuerzas del orden. Una escoba está cargada de simbolismo: hay que barrer, limpiar las calles de basura, de escoria, de… ¿pobres? No hay pobres hay loosers; vagos, perezosos, parásitos, delincuentes, vándalos, inadaptados. En el telediario de Antena 3 preguntaban a los televidentes si el gobierno británico debía endurecer la represión contra los saqueadores. La respuesta (obviamente seleccionada por un redactor servil) vía facebook no se hizo esperar: Cameron debería declarar el estado de sitio, la propiedad privada es inviolable. Todo esto a las tres de la tarde de un martes y con cierta resaca.
Lo verdaderamente indignante es ver cómo los PROGRES españoles (escandalizados y airados) tildan a los POBRES británicos de delincuentes, asumiendo el discurso de la oficialidad, purgando así su culpa, su parte de culpa en un sistema que continúa siendo de clases sociales aunque algunos se empeñen en que en la lucha hay sitio para todos y hay que aglutinar a toda costa. En un telediario llegaron a afirmar que la culpa de la revuelta respondía un video-juego violento, desde luego mucho más rentable que hablar de barrios-colmena, de viviendas insalubres, de desempleo programado y endémico, de racismo y violencia policial, de sueldos de hambre… y entre toda esa vorágine de abusos, la belleza del fuego. Quizá es que me crié en un barrio con un 85% de fracaso escolar y estas cosas me hacen sentir vivo o quizá no soporto la hipocresía de los que se rasgan las vestiduras por los ataques a la propiedad privada pero guardan silencio mientras a la misma hora, esa organización terrorista llamada OTAN asesinaba en Libia a 85 civiles, 33 de ellos niños, también de los que, de haber llegado a adultos, hubieran fabricado televisores de plasma pero jamás podrían haberse comprado uno. Los verdaderos inadaptados, vándalos y delincuentes no llevan capucha, llevan corbata y presiden nuestros parlamentos.
La venganza es un plato que se sirve frío y Joe Strummer donde quiera que esté, se sentirá reconfortado y recompensado por la revuelta después del ultraje que supuso elegir London Calling como tema oficial de los Juegos Olímpicos, la infamia ha sido reparada por los muchachos de la capucha, Strummer se sentiría orgulloso. Lo verdaderamente gratificante es que la terrorista y ex primer ministra Margaret Thatcher todavía vive para retorcerse en su agonía, quizá los disturbios sean el empujoncito que necesita para reunirse con su amado Reagan y su cornudo consentido Pinochet.
No van a pedir perdón esos jóvenes por no tener estudios y por tanto carecer de unos objetivos políticos concretos, no van a pedir perdón por lo que son: las sobras del sistema, y recuerda esto compañero y compañera, el día que se politicen que tiemblen todos esos imbéciles que levantan sus escobas. Mientras, algunos continúan sin entender que la propiedad privada es el más terrible de los robos y que parafraseando a Kaseo O: delante de una revolución de verdad te mareas.
A mí me representan.